¿Quiénes Somos?
SoliDeo es una Plataforma virtual multi-organizacional para la formación misionera de pastores, líderes y obreros en América Latina.

Conectamos personas con oportunidades
con la finalidad de llevar el evangelio a comunidades no alcanzadas en el mundo.
Trabajamos día a día con la visión de acelerar el envío de misioneros latinoamericanos hacia el campo. Y además nos mueve la misión de desarrollar líderes misionales y capacitar obreros transculturales.
SoliDeo está disponible para bases de envío, agencias misioneras, ministerios e iglesias locales involucrados en la tarea misionera, así como para todo creyente apasionado por avanzar en la Gran Comisión.
Conectamos personas con oportunidades
Soli Deo ha adoptado la declaración de fe del Pacto de Lausana una de las más ampliamente aceptadas en el mundo cristiano evangélico, en la que se incluyen los siguientes conceptos:
La naturaleza y propósito de Dios
Afirmamos nuestra fe en un solo Dios eterno, como Creador y Señor del mundo, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, que gobierna todas las cosas según el propósito de Su voluntad. Él ha estado llamando, del mundo, un pueblo para Sí, y enviándolo al mundo como siervos y testigos Suyos, para la extensión de Su Reino, la edificación el cuerpo de Cristo y la gloria de Su Nombre.
(Isa. 40:28; Mat. 28:19; Ef. 1:11; Hech. 15:15; Juan 17:6,18; Ef. 4:12; 1 Cor. 5:10; Rom. 12:2; 2 Cor. 4:7).
Autoridad y poder de la Biblia
Afirmamos la divina inspiración, fidelidad y autoridad de las Sagradas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, sin error en todo lo que aseveran, y que son la única norma infalible de fe y conducta. Afirmamos también el poder de la Palabra de Dios para cumplir Su propósito de salvación. El mensaje de la Biblia se dirige a toda la humanidad, puesto que la revelación de Dios en Cristo y en las Escrituras es inalterable. Por medio de ella el Espíritu Santo sigue hablando hoy a través de su Palabra.
(2 Tim. 3:16; 2 Pedro 1:21; Juan 10:35; Isa. 55:11; 1 Cor. 1:21; Rom. 1:16; Mat. 5:17,18; Judas 3, Ef. 1:17,18; 3:10,18).
Singularidad de Cristo
Afirmamos que hay un solo Salvador y un solo Evangelio. Jesucristo es el Dios-hombre que se entregó a Sí mismo como único mediador entre Dios y el hombre. No hay otro nombre en que podamos ser salvos. Jesucristo ha sido exaltado sobre todo nombre: esperamos el día cuando toda rodilla se doble ante Él y toda lengua lo confiese como Señor.
(Gál. 1:8,9; Rom. 1:18,32; 1 Tim. 2:5,6; Hech. 4:12; Juan 3:16-19; 2 Tes, 1:7-9; Juan 4:42; Mat. 11:28; Ef. 1:20,21; Fil.2:9-11).
Naturaleza de la evangelización
Evangelizar es difundir la buena nueva de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos según las Escrituras, y que ahora como el Señor que reina, ofrece el perdón de los pecados y la presencia del Espíritu Santo a todos los que se arrepienten y creen. Evangelización es la proclamación misma del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor, con el fin de persuadir a las gentes a venir a Él personalmente y reconciliarse con Dios.
(1 Cor. 15:3,4; Hech. 2:32- 39; Juan 20:21; 1 Cor. 1:23; 2 Cor. 4:5; 5:11-20; Luc. 14:25-33; Mar. 8:34; Hech. 2:40,47; Mar. 10:43-45)
La iglesia y la evangelización
Afirmamos que Cristo envía a los redimidos al mundo así como el Padre lo envió a Él, y que ello exige de nosotros la determinación de ir donde Él lo indique, a pesar de lo difícil o costoso que esto sea. En la misión de Dios para la Iglesia, la evangelización es una prioridad. La evangelización mundial requiere que toda la Iglesia lleve todo el Evangelio a todo el mundo. La Iglesia está en el corazón mismo del propósito cósmico de Dios y es el instrumento que Él ha designado para la difusión del Evangelio.
(Juan 17:18, 20-21; Mat. 29:19-20; Hech. 1:8; 20:27; Ef. 1:9; 3:9-11; Gál. 6:14,17; 2 Cor. 6:3,4; 2 Tim. 2:19-21; Fil. 1:27).
Evangelización y cultura
El hombre, como criatura de Dios, refleja belleza y bondad en su cultura, pero el pecado la ha corrompido. El Evangelio no impone una cultura sobre otra, sino que las juzga según la verdad y justicia divinas. Las misiones, con mucha frecuencia, han exportado cultura junto con el Evangelio. Los evangelistas de Cristo deben tratar, humildemente, de vaciarse de todo, excepto de su autenticidad personal, a fin de ser siervos de los demás, y las iglesias, guiadas por las Escrituras, deben tratar de transformar y enriquecer su cultura para la gloria de Dios.
(Mar. 7:8,9,13; Gén. 4:21,22; 1 Cor. 9:19-23; Fil. 2:5-7; 2 Cor. 4:5).
Conflicto espiritual
Creemos que estamos en una constante batalla espiritual contra principados y potestades del mal, que tratan de destruir a la iglesia y frustrar su tarea de compartir el Evangelio. Conocemos nuestra necesidad de tomar toda la armadura de Dios y pelear esta batalla con las armas espirituales de la verdad y la oración, sabiendo que el éxito de esta lucha espiritual está garantizada en Dios en tanto dependamos de Él.
(Ef. 6:12; 2 Cor. 4:3,6; Ef. 6:11, 13-18; 2 Cor. 10:3-5; 1 Juan 2:18-25; 4:1-3; Gál. 1:6-8; 2 Cor. 2:17; 4:2; Juan 17:5).
El poder del Espíritu Santo
Creemos en el poder del Espíritu Santo. El Padre envió a Su Espíritu para dar testimonio de Su Hijo; sin el testimonio de Él nuestro testimonio es vano. La convicción de pecado, la fe en Cristo, el nuevo nacimiento y el crecimiento cristiano, son todos obra Suya. Más aún, el Espíritu Santo nos capacita para ser testigos, y por ello la evangelización debiera brotar de una iglesia que está consciente de su necesidad de ser guiados por el Espíritu.
(1 Cor. 2:4; Juan 15:26,27; 16:8-11; 1 Cor. 12:3; Juan 3:6-8; 2 Cor. 3:18; Juan 7:37-39; 1 Tes 5:19; Hech. 1:8; Sal. 85:4-7; 67:1-3; Gál. 5:22,23; 1 Cor. 12:4-31; Rom. 12:3-8).
La segunda venida de Cristo
Creemos que el Señor Jesucristo regresará en forma personal y visible, en poder y gloria, para consumar Su salvación y Su Juicio. Creemos que en el período que media entre la ascensión de Cristo y Su segunda venida, la misión del pueblo de Dios tendrá que completarse y que no podemos detenernos antes del fin. Nuestra confianza cristiana es que Dios perfeccionará Su reino, y esperamos con gran expectativa el día en que habrá nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales morará la justicia y Dios reinará para siempre.
(Mar. 14:62; Heb. 9:28; Mar. 13:10; Hech.1:8-11; Mat. 28:20; Mar. 13:21- 23; Juan 2;18; 4:1-3; Luc. 12:32; Apoc. 21:1-5; 2 Pedro 3:13; Mat. 28:18).